Cara a cara

¿Los periodistas están de fiesta? Este sábado se conmemora el Día del Periodista Boliviano, una celebración que se remonta a 1938 cuando fue reconocida por el entonces presidente teniente coronel Germán Busch. Desde ese entonces ha cambiado drásticamente la realidad de quienes ejercemos está labor. Ahora, con los cambios tecnológicos, pareciera mucho más fácil ejercer la labor. Si es por eso, bienvenidos los festejos.

Pero la realidad del periodista dista mucho de ser apacible. Basta recordar lo vivido el pasado domingo por una treintena de informadores que buscaban reflejar las incidencias del Concejo. O lo vivido en Cochabamba por otra reportera retenida por un sector movilizado en Colpapirhua. La violencia que envuelve las variadas protestas sociales en el país tiene en la mira a los periodistas.  Acallarlos, o amedrentarlos, permite mostrar una única visión de la realidad, lo que equivale a imponer la razón por la fuerza.

Tenemos mucho por mejorar, es cierto. La inmediatez se impone de la mano de la conectividad. Y, junto a esa misma instantaneidad que ofrece el vivo y nos regala la sensación de inclusión a un grupo privilegiado, se diluye el valor de la reflexión y la mirada pausada que caracteriza al buen periodista. La pertenencia no conlleva la pertinencia, del mismo modo que la exhibición no necesariamente integra la información. En este especial día en que celebramos nuestra profesión estamos llamados también a reafirmar los valores éticos que la definen