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Paola Vergara es el rostro femenino y amigable de Microsoft Bolivia

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Vivió todos los cambios tecnológicos, desde las tareas en máquinas de escribir y la onda del celular en la universidad

Fecha publicación: 09/11/2022 - 09:15
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Es poco probable que una persona con el cargo que ocupa Paola Vergara Peña sea tan accesible y amigable; ella atribuye el hecho a su forma de ser y a la humildad inculcada por sus padres. “Son bendiciones que uno tiene en la vida y hay que disfrutarlas sin vanidades”, dice esta paceña a cargo de Microsoft Bolivia.

Es economista egresada de la Universidad Católica Boliviana con maestría en istración de Empresas de IAE Business School, en Argentina. Su vida laboral ha transcurrido en Santa Cruz de la Sierra, donde conoció a su esposo, con quien tiene un hijo de 10 años. Él fue su compañero en toda su lucha contra el cáncer de mama.

Después de siete años de haber estado como funcionaria tercerizada de la multinacional que diseña y comercializa softwares a escala mundial, volvió a trabajar en Microsoft Bolivia. Desde diciembre de 2021 ya es empleada oficial de la empresa y nada menos que como cabeza de todo el equipo en el país.

“Apareció la oportunidad en LinkedIn, ¡bendito LinkedIn!”, cuenta. “Me encanta lo que hago. La cultura de la compañía se basa en remar todos juntos; buscando siempre aprender uno de los otros y que, si algo sale mal, conversarlo para que no vuelva a suceder”.

¿Siempre fue cerebrito?

Sí, siempre bien nerd, pero como le digo a mi hijo: nerd de la nueva era, los que somos cool (risas) y ahora son tan irados por la gente. Le digo: mirá los que están ahorita en Forbes, los five hundred o las personas más importantes en el mundo, todos son de tecnología, como Bill Gates, Mark Zuckerberg, Elon Musk. Seguro que ellos también fueron cerebritos.

¿Cómo vivió los cambios tecnológicos de los últimos 40 años?

Soy del 82. He vivido todos esos cambios marcados: he hecho tareas colegiales en máquinas de escribir y he estado en la onda de usar el celular en la universidad. Además, empecé a estudiar inglés desde los cuatro años y he tenido la suerte de siempre practicarlo; me gusta, leo y con mi niño vemos películas en ese idioma porque él ya también lo entiende.

¿Quiere tener más hijos?

Sí, pero no puedo. Me enfermé de cáncer de mama. Era un quiste muy chiquito al que no le di importancia al principio, pero que después una biopsia fue identificada como un tumor maligno.

Mi esposo estaba haciendo una maestría en Puerto Rico, por lo que lo primero que hice fue llamarla a Carlita Morón, que es prima de mi mamá, para que me informe qué hizo cuando ella tuvo la enfermedad.

¿Qué hizo?

Me fui a Argentina con mi papá y mi hijito, de cinco años en ese entonces, se quedó con mi mamá. Mi esposo quería volverse, pero como estaba con una beca tomamos la decisión familiar de que él siga allá, que continúe construyendo el futuro.

Le dije que si me ponía grave le avisaría al momento. Sé que hay personas que han reaccionado de manera diferente en una situación tan difícil que complica la vida de toda la familia, pero yo no estaba sola. En un mes me hicieron dos operaciones, entre ellas la mastectomía. Después, ya estando en Santa Cruz, hice 16 quimioterapias y 25 radioterapias. La tercera operación fue para el implante de seno.

¿Qué fue lo más difícil de esa situación?

Llegar a casa después de cada quimioterapia y que mi hijito me vea ‘hecha fleco’; él dormía conmigo, me acompañaba. Otra cosa difícil era no poder tener a mi esposo a mi lado. Pero, pese a todo, nunca llegué a deprimirme.

Las veces que estuve consciente me enfoqué en ser positiva. De hecho, algo que no dejé de hacer desde que regresé fue trabajar en el área tecnológica.

¿En qué trabajaba?

Fue mi época de emprendedora. Estuve en Microsoft de 2010 a 2014 y después, en sociedad con una persona en Estados Unidos, hicimos una empresa de asesoramiento de licenciamiento de softwares, es decir, ayudábamos a las empresas a entender que estaban por comprar productos mal licenciados o sublicenciados. Eso me daba la flexibilidad de trabajar de forma remota.

¿Quién es su esposo?

Un arquitecto, hijo de militar, muy ordenado; como ha vivido mucho tiempo solo, sabe cocinar y lo hace delicioso. Él es mi aliado, con el que puedo contar siempre.

¿Cómo lo conoció?

Nos conocimos en un Carnaval que cayó en un Día de San Valentín, en un junte de amigos en común. Le dije a una amiga con la que fui: “Vamos porque yo siento que voy a conocer a mi esposo”. Yo estaba toda pintada, cuchuqui, porque antes había estado en un garaje. 

Nos presentamos, conversamos y hablamos de muchas cosas que nos encantan, desde la cultura italiana, de música de Dave Matthews Band, de viajes. Estuvimos seis meses enamorando y al año ya estábamos casados. Ahora le digo a mi suegra que ella me lo ha hecho a pedido.

¿Es usted buena ama de casa, y sabe cocinar?

Prefiero mirar Netflix (risas). Tenemos una señora que nos ayuda con todo eso en la casa. La verdad cocino cuando mi hijo me lo pide; debo confesar que es algo que tengo mucho que aprender. Puedo hacer pipocas quemadas y él las ama.

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