Hurgarse la nariz, un peligroso transmisor de bacterias

Suénese con discreción, arroje el pañuelo y lávese las manos. Meterse un dedo en la nariz es una forma de introducir más gérmenes en el cuerpo
Contenido publicado por The Conversation
Todos nos hurgamos la nariz en algún momento. No estamos solos en eso: otros primates también lo hacen.
Somos científicos que hemos investigado los contaminantes ambientales en nuestras casas, nuestros lugares de trabajo, nuestros jardines. Por eso tenemos alguna idea de lo que nos metemos ahí dentro cuando nos hurgamos la nariz.
Hurgarse la nariz es un hábito natural: los niños que aún no han aprendido las normas sociales se dan cuenta de que el ajuste entre su dedo índice y una fosa nasal es bastante bueno. Pero hay mucho más que mocos ahí arriba.
Durante los 22.000 ciclos respiratorios diarios, la mucosidad que forma esos mocos crea un filtro biológico fundamental para capturar el polvo y los alérgenos antes de que penetren en nuestras vías respiratorias, donde pueden causar inflamación, asma y otros problemas pulmonares.
Las células del conducto nasal, llamadas caliciformes por su aspecto de copa, generan mucosidad para atrapar virus, bacterias y polvo que contenga sustancias nocivas como plomo, amianto y polen. La mucosidad nasal, junto a sus anticuerpos y enzimas, son la primera línea del sistema de defensa inmunitaria contra las infecciones.
A veces, estas poblaciones naturales pueden verse alteradas, lo que provoca diversas afecciones como la rinitis. Pero en general, los microbios de nuestra nariz ayudan a repeler a los invasores, luchando contra ellos en un campo de batalla de moco.
El polvo, los microbios y los alérgenos capturados en la mucosidad acaban siendo ingeridos a medida que esa mucosidad gotea por la garganta. Esto puede agravar la exposición ambiental a algunos contaminantes.
Por ejemplo, el plomo –una neurotoxina presente en el polvo doméstico y en la tierra del jardín– entra en el cuerpo de los niños de forma más eficiente a través de la ingestión y la digestión.
Por lo tanto, puede empeorar la exposición a determinados tóxicos ambientales si se aspiran o se comen los mocos en lugar de sonarse.
¿Qué dice la ciencia sobre los riesgos de extraer mocos?
El estafilococo dorado es un germen que puede causar diversas infecciones leves o graves. Los estudios demuestran que a menudo se encuentra en la nariz, lo que se denomina transporte nasal.
El hurgado de la nariz también puede estar asociado con un mayor riesgo de transmisión de estafilococo a las heridas, donde supone un riesgo más grave. No hay que obviar que, en ocasiones, los antibióticos no funcionan con el estafilococo dorado. Es más, un reciente documento apuntaba que la creciente resistencia a los antibióticos exige que los profesionales sanitarios evalúen los hábitos de hurgado de la nariz de los pacientes y los eduquen sobre formas eficaces de prevenir esas prácticas.
Además, existe el riesgo de que se produzcan heridas y abrasiones en el interior de las fosas nasales, lo que puede permitir que las bacterias patógenas invadan su cuerpo. Hurgarse la nariz de forma compulsiva hasta el punto de autolesionarse se denomina rinotillexomanía.
Me he hurgado, ¿y ahora qué?
Algunas personas se los comen (el término técnico es mucofagia, que significa “alimentación con moco”). Aparte de que el hábito es asqueroso, implica ingerir todos esos gérmenes ligados a los mocos inhalados, los metales tóxicos y los contaminantes ambientales de los que hemos hablado antes.
Hay personas bastante más higiénicas que utilizan un pañuelo de papel para recogerlo y lo tiran después a una papelera o al inodoro sin más, otra mala idea. Lo más recomendable es lavarse las manos con mucho cuidado después de sonarse o hurgarse la nariz, dado que hasta que la mucosidad se haya secado completamente, los virus infecciosos pueden permanecer en las manos y los dedos.
No hay consejo del mundo que impida hurgarse la nariz
Pero honremos la incansable labor que realizan nuestras extraordinarias narices, mucosas y cavidades sinusales –unas adaptaciones biológicas tan sorprendentes– y recordemos que se esfuerzan por protegernos.
Nuestra nariz trabaja horas extras para mantenernos sanos, así que no se lo pongamos más difícil metiendo nuestros sucios dedos ahí dentro.
Y si al final cae en la tentación, hágase un favor: suénese con discreción, deshágase del pañuelo con cuidado y lávese las manos después.


