La bicicleta se abre espacio en medio del caótico tráfico y la falta de seguridad

s aseguran que la ciudad es ideal para el pedaleo, pero faltan condiciones de infraestructura, como ciclovías, señalización y biciparqueos. Cada vez más ciudadanos la usan como medio de transporte y como una rutina para mejorar la calidad de vida
Cada mañana, Daniel Lijerón (43) se coloca el casco, sube a su bicicleta y pedalea entre el tráfico de los motorizados para llegar a su oficina. Diariamente recorre 12 kilómetros, ida y vuelta, para cumplir con sus funciones como asesor del Concejo Municipal.
Lo hace desde hace una década, cuando decidió adoptar la bicicleta como medio de transporte, inspirado por su experiencia en otras ciudades donde este vehículo forma parte integral del sistema urbano.
“El uso de la bicicleta no solo es más saludable, también es más sostenible porque no contamina”, afirma Lijerón, quien es especialista en movilidad urbana.
Aunque los ciclistas se enfrentan al caos vehicular, la falta de infraestructura y de seguridad, cada vez más personas optan por la bicicleta. Durante el confinamiento por la pandemia su uso se incrementó a nivel global, y en Santa Cruz se consolidó como alternativa durante los paros cívicos. Hoy, la escasez de combustible ha motivado a muchos a volver a pedalear.
Se necesita infraestructura
Santa Cruz de la Sierra tiene condiciones naturales ideales para el uso de la bicicleta: es plana y muchas de sus avenidas cuentan con camellones con árboles que brindan sombra. Sin embargo, los ciclistas coinciden en que se necesitan más biciparqueos, ciclovías, señalización y seguridad vial.
“Para pedalear aquí hay que ser valiente. La normativa, como la Ley de Tránsito y la Ley de Transporte, reconocen a la bicicleta como un vehículo que debe circular por la derecha y ser respetado por los demás actores viales. El problema es la falta de control y sanción”, afirma Lijerón.
Insiste también en los beneficios. “Estudios indican que pedalear cuatro días a la semana, unos 10 kilómetros diarios, representa un ahorro de hasta 1.500 euros al año en gastos de salud. Además, hay un ahorro económico y, lo más importante, se contribuye a reducir las emisiones de CO2. A más ciclistas, mejor calidad del aire”, afirma.
Lijerón subraya la necesidad de incluir a la bicicleta en el sistema de transporte urbano y fomentar la intermodalidad: la posibilidad de combinar bicicleta con otros medios como el bus o el tren urbano.
Mauricio Quiroz, periodista, también prefiere el pedaleo, como una experiencia que combina disfrute, desafío y, sobre todo, mucha precaución. “Subirme a la bicicleta es algo más que una forma de transporte: es un hábito que mejora mi calidad de vida, me conecta con la ciudad y me ayuda a despejar la mente”, confiesa.
Al igual que muchos otros ciclistas, asegura que el clima cálido y la topografía plana hacen agradable la bicicleta, por eso también la usa para ir hasta su trabajo, aunque siempre con todo el equipo necesario, porque las calles no están pensadas para los ciclistas, las ciclovías están tapadas, mal señalizadas o abandonadas.
Coincide en que muchos de los que pedalean usan la vía hacia Porongo, por lo que ven necesaria una ciclovía segura, señalizada y control del tráfico.
Lo mismo sucede en las calles de la ciudad. “Para evitar riesgos, suelo optar por rutas alternas. Conociendo bien la ciudad, uno puede llegar a mercados, oficinas, restaurantes o cualquier destino sin mayor complicación. Hace falta también infraestructura básica como parqueos para bicicletas, especialmente en supermercados y otros puntos concurridos”, dice.
Este 3 de junio se celebró el Día Mundial de la Bicicleta, que busca resaltar su importancia como medio de transporte sostenible, accesible y beneficioso para la salud.
En este marco, la semana pasada en el Concejo se realizó un conservatorio para impulsar un proyecto de ley para el bicitransporte.


