El somosero de El Trompillo lucha por su vida: la historia de don Erwin y su magia para elaborar la bebida refrescante

Hace dos meses su salud decayó. Tuvo dos pre embolias y dos operaciones de corazón.
En medio de una pared despintada del mercado El Trompillo, que hace de improvisado mural de anuncios de alquiler de locales y habitaciones en la zona, cuelga un cartel con la foto de un hombre recostado en una cama de hospital, con el dorso desnudo y lleno de cables. En letra manuscrita se lee: “Ayudemos a don Erwin (el somosero)”, junto a un número de teléfono y un código QR para recibir aportes solidarios.
Por esos mismos pasillos, hasta hace un par de meses, circulaba Erwin Vaca con su bicicleta cargando una conservadora blanca, en forma de cubo con letras rojas al frente que decían somó frío. Llegaba cada día al mediodía, se estacionaba en una de las salidas del mercado y allí, con trato amable y buena charla, atendía a sus fieles clientes. No descansaba ni en feriados ni los fines de semana.
Su jornada comenzaba temprano, a las 8:00, en su casa de la Villa Primero de Mayo. La noche anterior dejaba el maíz en remojo. Luego, cocía los granos y mezclaba los ingredientes a fuego lento sobre una pequeña fogata de leña. Solo él se encargaba de vigilar la olla y batir el preparado hasta lograr la cocción y consistencia perfecta. Una vez listo, salía pedaleando hacia el mercado, ubicado en el barrio El Trompillo, entre el segundo anillo y la avenida Tres Pasos al Frente.
Esa fue su rutina durante más de dos décadas. Hoy, permanece en una silla de ruedas, tras haber pasado por dos operaciones de corazón.
Dos 'pre embolias' y dos cirugías a corazón abierto
Su hija mayor, Karla Vaca Vargas, contó a EL DEBER que el pasado 5 de abril llevó a su padre a emergencias del Hospital de la Villa Primero de Mayo por una fuerte tos. Allí sufrió dos 'pre embolias', por lo que los médicos decidieron trasladarlo a una clínica privada, ya que en el hospital no había condiciones para reanimarlo si llegaba a tener un infarto.
“De un día para otro decayó, se desmayó y lo reanimaron”, recuerda Karla, quien ahora lo cuida durante el día en su casa. Con su madre, Magui Vargas, y su hermano menor, Álvaro Vaca, se turnan para acompañarlo.
Gracias a la ayuda de un médico, lograron cambiarlo de hospital. Sin embargo, tuvo una complicación y fue operado de emergencia del corazón. Salió victorioso, pero con una deuda de casi 30.000 bolivianos. Para cubrir parte del monto, hicieron una colecta entre comerciantes, vecinos y clientes del mercado El Trompillo. También vendieron k’aras. El resto fue cubierto con préstamos que aún están pagando.
Un mes después, a inicios de mayo, tuvo que ser nuevamente intervenido. Entonces, Erwin, de 55 años, y su hija Karla fueron al mercado a pedir ayuda. Necesitaban 5.000 bolivianos para ingresarlo al quirófano. Ese día no alcanzaron la suma, pero al día siguiente la familia se movilizó y logró reunirla.
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La familia pide ayuda para su recuperación
Desde el patio de su casa, sentado en una silla de ruedas, Erwin agradece emocionado a su familia y a quienes lo conocen en el mercado El Trompillo. Con voz pausada, mirando a la cámara, dice “Muchas gracias” y levanta el pulgar de la mano izquierda.
Por ahora, tiene dificultad para mover el lado derecho de su cuerpo. La recuperación será lenta. Recibe fisioterapia y, con la ayuda de su esposa e hija, da algunos pasos cada día.
Además, está en tratamiento por una neumonía. Necesita una tomografía para evaluar sus pulmones. El costo es de 900 bolivianos.
La familia Vaca habilitó un QR para los aportes solidarios de la población. Mayor información al 794-96579
“Nos han pedido que hagamos somó para vender, pero la magia del somó es él”, dice Karla. Recuerda, entre risas, que su padre se molestaba si alguien intentaba meter su cuchara en la olla. Preparar somó era solo su tarea.
Su familia, sus clientes y sus amigos confían en que Erwin se recuperará. Que volverá al mercado a vender somó frío, con una sonrisa, buena charla y su clásico cucharón de yapa.
"A sus caseros, como a mí, me yapaba dos veces"
Mauricio Quiroz, periodista de EL DEBER
A diferencia de los tradicionales carros somoseros que recorren la ciudad, el de Erwin tiene la forma de un cubo que está montado en una bicicleta. El sabor de su somó también era especial; sus caseritos aseguraban que no eran tan dulce y siempre estaba frío.
Erwin se sentía muy identificado con EL DEBER; los trabajadores del periódico eran asiduos consumidores del somó, cuando el periódico funcionaba entre la avenida El Trompillo y la San Aurelio. Muchas veces acababa todo su producto.
El somosero venía, según me contó, desde la Villa Primero de Mayo. Antes de vender somó vendía desayunos. En las charlas que sostuvimos a manera de sobremesa y tras los almuerzos en el mercado El Trompillo, Erwin recordaba que también vendía desayunos a los trabajadores de EL DEBER y a los canillitas que llegaban de toda la ciudad a comprar sus ejemplares. La vida antes de las ocho de la mañana era muy agitada en las puertas del diario.
Erwin reconocía que los tiempos han cambiado y con el somó no le iba mal. Hasta eso de las 15:00 acababa todo el somó que traía para vender y volvía a su casa en bicicleta. En algunas ocasiones invitaba su producto a las vendedoras del mercado. Y a sus caseros, como a mí, me yapaba dos veces.
Su familia, sus clientes y sus amigos confían en que Erwin se recuperará. Que volverá al mercado a vender somó frío, con una sonrisa, buena charla y su clásico cucharón de yapa.


