Los hijos: el motor para seguir adelante y no desistir en el camino

Tres historias de madres obreras son la muestra de como el carácter, fortaleza y el compromiso son el ADN de las mujeres bolivianas que se potencian cuando tienen bajo su responsabilidad a sus retoños
El lugar es amplio, bien ventilado y ruidoso. Hay un gato que anda jugando a las escondidas, mientras el aserrín se hace notorio a la luz del sol que se filtra desde el techo.
A la entrada de la factoría se ven distintos puntos de trabajo, son como islas donde los operarios en solitario o en grupo realizan diferentes tareas. Pero no todos son hombres.
Hay mujeres, que realizan el secado de las finas planchas de madera, hay otras que les pasan un líquido y hay otras que realizan una costura de las planchas. Algunas tienen turnos de ocho horas de trabajo y otras de diez.
EL DEBER, llegó hasta Warnes para conversar con estas mujeres que se fueron abriendo espacio en una actividad dominando por los hombres.
Son mujeres y madres que aparte de criar, educar a sus hijos, generan un ingreso económico. Estas son sus historias.
Clementina Miranda, de 45 años y con tres hijos, lleva adelante su hogar. No fue fácil. Salir temprano y volver tarde a su hogar fue una constante durante estos 14 años, en los que aún sigue con esta rutina.
“Es complicado ser mamá. Se duerme poco, se pasa poco tiempo con los hijos, pero ellos nos dan fuerza, nos empujan a seguir. Hoy ya son grandes y puedo decir con orgullo que los saque adelante y que el esfuerzo no fue en vano”, recordó Clementina.
Ella está a cargo del secado de las planchas de madera, es un trabajo que más que fuerza, precisa paciencia y precisión y eso lo tiene Clementina que agradece por esa posibilidad de trabajar y de contar con un ingreso que “le permitió avanzar en la vida”.
Su compañera, Lidia Ovando, de 57 años, tiene cinco años y como dice este trabajo le permitió “criar a sus hijos”.
“Tengo buenos y gratos recuerdos del trabajo que realizo. También hubo momentos tristes, muy difíciles que me pusieron a prueba, pero cuando miraba a mis hijos, tenía la obligación de avanzar, de no rendirme. Creo que esa es la tarea de una madre”, reflexionó.
Lidia sabe que todo cambia, que hoy las mujeres tienen otra mirada a la maternidad. Que ahora buscan realizarse como personas y profesionales y que dejan para lo último la posibilidad de ser madre o tener una pareja.
“Todo cambia y así debe ser, pero un consejo que puedo dar es que cuando decidían se madre, lo hagan con el corazón y que se las jueguen por sus hijos, que al final es lo más maravilloso que te puede dar la vida”.
Patricia Yomo, tiene dos hijos, la labor que realiza en la factoría es más solitaria. Con la ayuda de una máquina, debe cocer las láminas de madera. El trabajo es lento y monótono. Debe ser precisa a la hora de poner la lámina, esperar su costura y retirarla.
Patricia recuerda que llegó a la empresa gracias a que su papá trabajaba en el lugar.
“Tenemos una larga tradición trabajando en el lugar. Hay mucho cariño por lo que uno realiza, eso jamás lo voy a olvidar. Más cuando lo que yo realizó me permite criar a mis hijos, eso en este tiempo es muy importante”, destacó Patricia.
Estas historias cobran fuerza cada 27 de Mayo, cuando las madres son agasajadas y recordadas como la principal protección y razón de agradecimiento.


